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La importancia del lenguaje inclusivo

«El lenguaje es una legislación, la lengua es su código. No vemos el poder que hay en la
lengua porque olvidamos que toda lengua es una clasificación, y que toda clasificación es
opresiva(..). Un idioma se define menos por lo que permite decir que por lo que obliga a decir» Roland Barthes

Lo que no se nombra se hace invisible, una frase resonante, por suerte, de un tiempo a esta parte. La importancia de discutir sobre el uso del lenguaje inclusivo, y más aún, comenzar a aplicarlo en todos lo ámbitos de la vida, es indispensable, más no exhaustivo, para pensar en un mundo más igualitario, sin discriminación, y también sin violencia. Usar un lenguaje sexista es una de las tantas formas de violencia simbólica. Hablar del uso del lenguaje inclusivo y que estrategias nos damos es una forma de contribuir hacia un mundo más justo para todas, todos y todes.

Lenguaje sexista significa que al nombrar ciertos roles y trabajos sólo en masculino; referirse a la persona genérica como ‘el hombre’ o identificar lo ‘masculino’ con la humanidad; estamos poniendo a hombres por encima de las mujeres, sin dejar posibilidad a la igualdad.

Los ejemplos sobran, pero sólo con abrir un diario, leer una guía de uso o ver las especificaciones de profesiones buscadas para desarrollar un programa encontramos frases como «todo tipo de profesionales como traductores, personal de documentación, evaluadores y, por supuesto, desarrolladores». Hagamos el ejercicio: ¿Qué imagen mental nos llega cuando leemos este tipo de frases, donde profesiones están todas asociadas al género masculino?. Sí, de hombres, y ninguna mujer, porque el lenguaje y la construcción social en este mundo patriarcal y androcéntrico, nos a hecho creer que las mujeres educan, limpian, cuidan a personas enfermas, y los hombres construyen, programan, hacen negocios, sanan, etcétera. Y esas imágenes o construcciones operan invisibilizando a unes sobre otres, en este caso a hombres sobre mujeres, y de las diversidades, lamentablemente, aún ni entran en esta distorsionada idea binaria del género.

«Una de las capacidades más poderosas de cualquier lengua es la capacidad de nombrar. Poner nombres, categorizar, implica ordenar y dividir. Y desde que nacemos (incluso antes), las personas somos divididas en varones y mujeres. Nos nombran en femenino o masculino, se refieren a nosotres utilizando todos los adjetivos en un determinado género. (..) Revertir esto requiere algo así como una ‘subversión simbólica’, que invierta las categorías de percepción y de apreciación de modo tal que les dominades, en lugar de seguir empleando las categorías de les dominaderes, propongan nuevas categorías de percepción y de apreciación para nombrar y clasificar la realidad. Es decir, proponer una nueva representación de la realidad en la cual existir», éste fragmento del completísimo artículo «La lengua degenerada» del portal digital El gato y la caja, nos invita a reflexionar de que manera aportar a la manera en que escribimos, como nos referimos a unes y a otres, como construimos nuestros discursos, materiales de estudio, etcétera.

En este sentido es importante aclarar que en el uso del lenguaje inclusivo no es poner la e, el arroba, o la x en todas las palabras, sino en las necesarias para no caer en un uso sexista del lenguaje, y aprender a darle más y mejor uso al rico idioma que nos atraviesa en gran parte de este continente, la lengua castellana, que cuenta con muchísimas posibilidades genéricas, como personas, ciudadanía, grupo, gente, etcétera, que han estado siempre a nuestro alcance, pero que, a la hora de enseñarnos a hablar y escribir, o de producir un texto o una nota periodística, o un discurso, han operado todas esas normas y categorías poderosamente sexistas, por sobre otros recursos.

Podemos ver algunas opciones para empezar a utilizar y repensar lo que producimos, tanto cuando escribimos como cuando hablamos:

A esta pequeña pero poderosa tabla de posibilidades, podríamos agregar: usuaries o personas usuarias en vez del genérico usuario de todos los programas que usamos, personas que administran la página, en vez de administradores de una página. Este aporte y mucha más información y ejemplos podemos encontrarla en la Guía breve del uso no sexista del lenguaje.

En este sentido, una tarea que podemos darnos también es leer más reflexivamente. Gran parte de las personas que estén leyendo este articulo, probablemente, serán usuarias y afines del Software Libre, ese maravilloso mundo que apoyamos con la idea firme de tecnologías autónomas, con accesibilidad para todes, gratuitas, y para construir formas más seguras y más comunitarias de acceder a dichas tecnologías. Sin embargo, y no como crítica vacía sino como ejercicio reflexivo de todo lo que nos queda por transformar, en los apartados de los sitios webs de muchos de los programas de Software Libre, a la hora de mencionar personas que puedan aportar en el desarrollo del programa, o personas a las que esta dirigido determinado programa, o ya yendo a lo más especifico los términos «usuario» y administrador», siempre están en masculino. Y aportan a esta idea de las tecnologías como un campo mayoritariamente construido por hombres, pero bien sabemos que no es así, y que cada vez hay más diversidad construyendo y consumiendo (en el buen sentido) Software Libre.

Por supuesto que la problemática del uso sexista del lenguaje, su simbología y construcción social, y el uso del lenguaje inclusivo como una de las tantas respuestas, no se acota a estos párrafos, ni, lamentablemente, usar lenguaje inclusivo nos asegura igualdad o terminar por completo con el machismo y el patriarcado, pero reflexionar, y reflexionarnos, en cuanto a su uso, buscar herramientas para construir otros discursos, multiplicar esta idea, hace y hará de éste un mejor mundo, más igualitario y para todos, todas y todes.

Imagen de portada realizada por la ilustradora
Melissa Aguilar www.meliaguilar.com / Instagram: m3li.mi3l

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